martes, 18 de enero de 2011

Esos locos bajitos

Que ricos son a corta edad. Son felices. Se limitan a comer y dormir. Con unos cuantos “regalitos” en forma de pañal que te dejan por el camino. Más adelante les salen dientes afiladísimos y se convierten en desgastadores de objetos. Lo cogen todo y se lo echan a la boca, supongo, para ver a que sabe y la resistencia que tiene. Deberían de poner a niños con dientes incipientes en el departamento de calidad de las empresas. Si un objeto que fabriques aguanta eso, aguanta lo que sea.

Luego la cosa cambia bastante. Cuando consiguen encadenar más de dos palabras seguidas, empiezan a preguntar cosas cada 10 segundos, sin repetir ninguna, lo cual es extremadamente difícil. Los padres se sienten como si estuvieran en un concurso de preguntas y respuestas. Y además, rapidito.

Pero como he dicho ya, que ricos son a corta edad. Y ese es el problema para los padres de ahora, es un reclamo, una trampa. Ven a sus conocidos y familiares con niños pequeños y piensan ¿y por que no? Son tan ricos…Y no se paran a pensar si están preparados, si les van a aportar algo, que va a pasar cuando esos niños tan ricos se hagan mayores y les crezca pelo en otras zonas. No piensan eso, que va. Sólo piensan que son muy ricos. Nuestros padres estaban mejor preparados que nosotros, eran otros tiempos más orientados a tener descendencia. Ahora no, los que rondamos los 30-40 años tenemos pensamientos contradictorios (otra vez, por dios), o nos lo pensamos mucho, o no pensamos nada. No hay término medio como había antes. Y así nos luce el pelo, con niños maleducados pegados a una consola, padres con serios problemas de pareja y parejas indecisas.

Y luego está la palabra ética. La ética es una palabra en desuso, muchos niños no la conocen ni la conocerán. Se ha instaurado en la sociedad el concepto del todo vale, el fin justifica los medios. Y es lo que los niños de ahora aprenden. Vamos jodidos. Hay una frase cómica del gran Groucho Marx que decía: “estos son mis principios, si no te gustan tengo otros” y eso es lo que está pasando, literalmente.

Siento ser tan catastrofista, pero mi experiencia personal es así, sólo conozco a unos padres con niños pequeños meridianamente normales, lo cual es un milagro. El resto de padres que conozco son un autentico desastre, los niños hacen lo que les da la gana desde muy corta edad. Llegas a elegir ir a sus casas de visita aunque vivan en el culo del mundo, con tal de que los niños no entren en tu casa. Porque ocurre una situación que a mi me inflama, según entra el niño por la puerta parece que sus padres les dan licencia para hacer lo que quieran. ¿Qué quieres saltar en el sofá? Pues salta, hijo. ¿Qué quieres jugar con el cochecito por los muebles rayándolos todos? Juega hijo, juega. Y tú mirando con cara de gilipollas. No se te ocurra decirle nada al niño, que los padres saltan como tigres. Cuando era pequeño recuerdo que mis padres me “leían la cartilla” antes de entrar en casa de quien fuera y por la cuenta que me traía lo cumplía a rajatabla. Ahora la consigna es bien distinta “haz lo que quieras, no vaya a ser que te creemos un trauma”. Trauma, que curiosa palabra. Ese trauma ahora lo tenemos los demás. Aunque ya no me callo, antes lo hacía. Si tengo que salir discutiendo, pues así sea, ya me cansé. He llegado a la conclusión ya sabida que el problema no son los niños, son los padres. Los chavales no tienen culpa ninguna, lo cual me alivia, porque a algunos les había cogido manía. Así que no me voy a coartar nunca más, aunque tenga que decirles incómodas verdades. Allá va una: más les valdría haberse comprado un perro.

Existen los padres que no tienen tiempo ni para mear, te dicen siempre que los niños les absorben todo el tiempo, sobretodo cuando son bebés. Me he parado a observar a ese tipo de padres y tienen un problema principalmente: Hacen todo al mismo tiempo. ¿Qué tienen que ir a comprar? Van todos a comprar ¿Qué tienen que hacer la comida al niño? Van todos a hacer la comida y lo que más me ha llamado la atención ¿Qué tienen que cambiar los pañales o bañar al niño? Todos juntitos. Normal que no les dé tiempo para nada, a efectos prácticos es como si hubieran sido padres solteros. No gestionan bien el poco tiempo del que disponen, por lo que claramente no les da tiempo para nada más. Es comprensible al principio, porque estás entusiasmado y no te quieres perder ni un solo momento, pero cuando el tiempo empieza a apremiar, debes repartir las tareas.

Hay unos tipos de padres que los llamo “tecnológicos”. Son aquellos que compran todo tipo de artilugios electrónicos para tener a los hijos enganchados a lo que sea todo el día para que, palabras textuales, “no les den el coñazo”. Les ponen pantallas por duplicado en los coches para que vean sus dibujos preferidos en los viajes de fin de semana (para qué van a disfrutar del paisaje), televisiones con dvd en sus habitaciones, consolas de videojuegos sin límites de tiempo ni de contenido, discos duros con infinitas películas de dibujos e incluso teléfonos móviles de última generación a muy corta edad. Y digo yo: ¿Qué ha sido de los juegos colectivos de siempre? Como el escondite, el churro, el guá, la peonza, el parchís, el burro, la escoba, etc. La pena es que esos niños jamás conocerán estos juegos, porque implica relacionarse con otros, ahora se entretienen en soledad sin interactuar con nadie. Y los padres encantados, por supuesto, con tal de que no les molesten, cualquier cosa es buena. No juegan con ellos, no les ponen límites de ningún tipo (la palabra “trauma” está siempre presente), se creen que para educar a un hijo basta con darles todo lo que quieran. Que equivocados están. Cuando estos niños crezcan y empiecen los problemas “de verdad” más de uno caerá en la cuenta. Pero será demasiado tarde.

Vienen unas generaciones de medio hombres sin objetivos en la vida, creyéndose que las cosas se consiguen sin esfuerzo, cerrados en si mismos, acostumbrados a divertirse solos, sin valores ni metas, sin cultura de ningún tipo, despreciando a todos aquellos que les han dado todo, frustrados y acomplejados. En fin, una maravilla. Para salir corriendo y no parar.

El principal problema es la falta de unión de las parejas, cada uno va por un lado, no son un equipo. Si uno pone un castigo a su hijo el otro se lo levanta sin consultar y punto. Ahí el crío se hace fuerte, porque no son tontos, no lo olvidemos. Saben perfectamente los pasos a seguir para conseguir lo que quieren y lo hacen con una precisión quirúrgica. Y no digamos las parejas que discuten delante del crío. Y si además el motivo es él, la guinda del pastel. Otro motivo por el que los padres de hoy van por mal camino.

Pero no me voy a calentar más con el asunto de los padres de ahora, no merece la pena. Tomaré como ejemplo a mis padres. De pequeño yo era más peligroso que un libanés con dos maletas. No era malo, era travieso. Mi madre solía hacer el ingrato papel de poli mala y mi padre de poli bueno. Los castigos me los ponía ella y cuando llegaba mi padre a casa iba a su encuentro para que me salvara. Y parecemos tontos a esa edad. Mi padre normalmente no se metía en los castigos de mi madre, simplemente intentaba calmar los ánimos, que hubiera paz. Y aún ahora sigue así. Pero ahora se han invertido los papeles, por las experiencias que veo los polis malos son ahora los hombres y las mujeres son las polis buenas, que digo buenas, la madre de Teresa de Calcuta era un bicho a su lado.

jueves, 13 de enero de 2011

Poderoso caballero

En esta sociedad en la que vivimos, todo se mueve, gira y da saltos si es preciso por el vil metal. Hay incluso gente que sólo es completamente feliz a primeros de mes. Según va pasando el mes se le va pasando la euforia y no es raro encontrártelos a final de mes en un atasco acordándose de tus familiares más queridos. Que majetes.

Nunca le he dado demasiada importancia al dinero, sirve para pagar la hipoteca, comer y algún capricho de cuando en cuando. Hay gente que vive obsesionada con el dinero. Hay muchas maneras de identificar a esta especie. Te compras un coche, se lo enseñas a un amigo y lo primero que te pregunta - ¿Cuánto te ha costado? Y digo yo ¿A ti que coño te importa? ¿Me lo vas a pagar tú? ¿Te vas a comprar uno igual? Te lo enseño con toda la ilusión ¿y es lo único que se te ocurre decir? Ese es un ejemplar claro de un obsesionado. Y abundan muchísimo, cada vez más. Existe la creencia errónea que dice que todo tiene un precio. Si piensas eso estás perdido, te has pasado al lado oscuro. Nada de lo que tengas te va a saciar, tendrás miles de cosas que no usarás, que no valorarás. Incluida tu pareja.

Luego tendemos a compararlo todo, a competir. Siempre me ha parecido absurdo ese comportamiento. ¿Que tienes un coche mejor? Pues mejor para ti, yo estoy contento con el que tengo. Creo que ahí radica el problema, la mayoría de las personas no están conformes con lo que tienen, quieren siempre más. Se piensan que teniendo más, serán más felices y eso les impide disfrutar lo que tienen en ese momento. Está muy bien tener objetivos en la vida, mi padre dice que una persona sin proyectos lo mejor que puede hacer es morirse. Y tiene razón, pero también llega un punto en que has conseguido lo que querías y el secreto consiste en parar. Ya está, no busques más. Dedícate a otra cosa. Siempre habrá otra cosa que conseguir y no siempre es material, afortunadamente.

Luego está el tema de los sueldos. Hay cada pavo real por ahí suelto…como si fuera un ser superior. Me parece estupendo que cobres un sueldazo, pero eso no te da derecho a pavonearte como si todos te tuviéramos envidia. Me hace mucha gracia ese comportamiento, es ridículo. No me jode porque tengas un trabajo o un sueldo mejor, me jode porque te creas superior al resto del rebaño por una cosa tan superficial y ridícula. Pero bueno, siempre he pensado que una persona se define por sus actos y estos lo hacen de una forma muy clara. He conocido personas con medios muy limitados con una filosofía de la vida increíble, estas personas son las que podrían sentirse superior al resto, pero como su manera de pensar les dicta, no lo hacen. Lo cual hace que los admire más. Para mi una persona que valora más lo que tienes que lo que eres ni siquiera forman parte del rebaño, ni siquiera es una oveja.

martes, 11 de enero de 2011

Ese intercambio de fluidos

Aaahhh, el amor. Ese gran desconocido. Cuanto más crees que lo conoces, más puñetero se vuelve. En mi caso fui bastante tardío, a los 16 años, con una fecha y lugar muy vulgar: Nochevieja en un pub. Era la primera vez que besaba a una chica y la experiencia fue interesante y rara al mismo tiempo. Interesante porque sabía a menta fuerte y rara porque tenía aparato dental. Recuerdo que se me enganchó la lengua un par de veces, me salieron un par de llagas. Un desastre pero ahí estaba yo, acababa de entrar en un club selecto, me sentía orgulloso de ser tío y no necesitaba compresas con alas. Fue un amor corto, concretamente se acabó cuando terminó la música. Ni tomamos los churros. Daba igual, acababa de dar uno de los pasos más importantes de mi vida.

Conozco a personas lamentables que eligen como pareja a personas totalmente contrarias a lo que son (la historia se repite). Tienen un punto de masoquismo que desconciertan y cuando conocen a las personas ideales, ni siquiera las prestan atención e incluso las hacen alguna jugarreta que otra. Les va la marcha. Lo que digo, son masoquistas empedernidos.

El amor es ciego, dicen. Yo además añado que es tonto del culo. Porque te puedes enamorar de un descendiente directo del hombre de atapuerca, pero igual es una excelente persona. Ese es un ejemplo claro de amor ciego. Si te enamoras de una persona con un físico espectacular, pero luego es más dañina que el aguafuerte, ese es un ejemplo del amor tonto del culo. No tiene nada que ver con la vista, de hecho la tenía perfectamente. Y el colmo viene cuando tienen las dos cosas malas a la vez, eso es que el tonto del culo eres tú.

Es complicado mantener una relación en el tiempo. El ser humano es propenso a mirar a otro lado. Pasa una tía despampánante por la calle y no podemos evitarlo. Va en nuestros genes. Si no lo hacemos corre en riesgo nuestra salud. Yo lo he intentado muchas veces y no he podido, me resulta imposible. Las mujeres también lo hacen, aunque digan que no, lo que pasa que son más sutiles. Miran más como un agente secreto, rápido y concreto. Es como un truco de cartas, evidentemente sabes que hay truco, pero no lo ves. Los hombres miramos descaradamente y comentamos la jugada. Moviola. Lo malo es que la persona con la que estés no le guste que mires. Y tú disimulas. -¿Qué miras? -¿Yo? Nada… Pero no cuela, te ha pillado. No vales para agente secreto. Te matarían en la primera misión, seguro.

Como decía un amigo, la dieta vegetariana está muy bien, pero llega un momento que necesitas carne. En una relación de pareja ocurre igual, los besos y arrumacos están muy bien, pero llega un momento que necesitáis algo más. El problema cuando sois novios, no es el como ni el cuando, eso lo tienes claro, es el dónde. No estás muy católico en el aspecto económico, así que no te puedes permitir un hotel. En un parque es morboso, pero no estás cómodo. Te duele el cuello de tanto girarlo para mirar si alguien te ve. En un cine ni de coña, con el precio que tiene hoy en día más te vale que veas la película. En mi época costaba mucho menos, pero tampoco, la fila de los “mancos” estaba muy vigilada. Al final, aprovechas cualquier momento de Rodríguez en casa de tus padres o de ella, para hacerlo como los conejos.

Luego están las excursiones nocturnas con los amigos. He visto parejas que el chico se despide de la novia diciéndole que se va para casa un sábado a las 12 de la noche (no te lo crees ni tu) y al ratito aparece en el bar habitual con una sonrisa de oreja a oreja. Y encima se pavonea: - ¡Me he escapado! Y piensas, mira que eres tonto. Te ha dejado escapar, que no es lo mismo. Que te crees que no sabe que te has largado con tus amigotes. Al día siguiente ella llama a su chico (intencionadamente temprano, menudas son), no para hablar con el, sino para tantear el grado de juerga de la noche anterior. Te lo detectan rapidísimo. Es inútil disimular, da igual lo que digas. Y si no contestas al teléfono date por jodido. Es unas de esas situaciones de pareja que cualquier cosa que digas o hagas vas a acabar mal. Lo mejor es decirlo a las claras desde el principio, si es que tienes el suficiente valor. Yo lo hice y es mi mujer actualmente. Me salió bien, pero como las misiones a la luna, hay un riesgo.

La sinceridad en una relación es lo más importante. Además ellas son agentes secretos, no lo olvidemos. Aunque te haga ver que se han creído una trola tuya, ni de coña macho. Son sufridoras. Nos tienen que aguantar, no les queda otra, el amor es lo que tiene. Si no fuera por eso, estaríamos más solos que la una, porque nosotros no sabríamos vivir sin ellas.

Otro tema con mucho jugo es la convivencia. Podría escribir otro blog entero sólo con esto. El que la ha experimentado comprenderá lo que voy a contar, el que no, leed con mucha atención. La convivencia es jodida, es dar y quitar al mismo tiempo. Es amar y odiar a la vez. Es ser paciente y esperar el momento. Una verdad universal es que las mujeres son emocionalmente mucho más complicadas que los hombres, básicamente por la actividad hormonal. En mi opinión, eso las hace más interesantes. Hay que saber tratarlas, tener paciencia y sobre todo darlas mucho cariño. Que en ningún momento se sientan menos queridas, ahí está el secreto. Ese fue un consejo que me dio mi padre hace muchos años y lo cierto es que funciona y me gusta hacerlo.

Luego están las parejas que no se llevan bien y deciden, en un alarde de inteligencia suprema, casarse “a ver si mejora”. ¿Quién te ha mandado meterte en semejante jardín? En mi caso lo teníamos claro los dos, pero hay gente que lo hace porque la otra parte está muy ilusionada. Craso error. Te gastas una cantidad indecente de dinero en celebrar una unión que a corto plazo va a acabar en ruptura segura. He visto parejas en las que casarse se convierte en todo un negocio, celebran la boda esperando que los invitados le sufraguen los gastos de todo, hasta del viaje de bodas. Y lo comentan como la cosa más natural del mundo – Pues me saqué para cubrir la boda y el viaje…-  Pues que bien, que bonito. No por ser una práctica lamentablemente habitual, significa que esté bien hecha. Cutres, que sois unos cutres. Como su propio nombre indica “invitados” debe ser eso: Invitados.

Hay que tener claro que si te casas con tu pareja, la única razón debe ser la lógica: por amor. Cualquier otra razón es proporcional al riesgo de ruptura. Es decir: cuanto mayor sea la parida que se te ocurra, menos tiempo durará ese matrimonio. También he conocido parejas que se casan por pactos. Uno quiere tener hijos pero no se quiere casar y el otro no quiere tener hijos pero si se quiere casar. Conclusión: Yo me caso contigo si tenemos un hijo. Este caso es el no va más, increíble pero cierto. Acaban viviendo bajo el mismo techo y nada más. No comparten ni gustos, ni aficiones, ni, por supuesto, afecto. Lo único que comparten es una hipoteca, un coche y un chaval con un futuro incierto o tristemente cierto. En fin…

lunes, 10 de enero de 2011

Mira que somos tontos


Un buen día nos damos cuenta que somos personitas independientes y nos creemos autosuficientes (en mi caso debió ser sobre los 10 años).
Dejamos de imaginar guerras de muñecos de plástico, abandonamos juegos que antes nos divertían y nos preparamos para jugar en el mundo real. Craso error, los juegos en la vida real son generalmente injustos, crueles y casi siempre gana el malo.

Cuando tenemos la suficiente edad mental, que algunos nunca llegamos a alcanzar, empezamos a hacer cosas raras, contrarias a las ideas que teníamos cuando éramos mas pequeños. El que quería ser piloto de coches al final acaba siendo agente de seguros, el que quería ser bombero acaba panadero y así sucesivamente. Además los que son de adultos pilotos o bomberos nunca se plantearon de pequeños serlo, quizá querían ser agentes de seguros o panaderos.
Es nuestra primera muestra de lo tontos que podemos llegar a ser. Y de aquí en adelante la cosa empeora aún más.

Es curioso pensar en lo que éramos cuando no teníamos conciencia de lo que pasaba a nuestro alrededor. A esa edad tus prioridades se limitan a comer ingentes cantidades de dulces, jugar a todo aquello que acabe con una brecha en la cabeza o una pierna colgando y en el caso de las chicas jugar a la comba y pasear con la bicicleta. No nos preocupa el paro, ni el IPC, ni la hipoteca, ni siquiera si nuestros padres han pasado un mal día en el trabajo. Que ignorancia, y en consecuencia, que felicidad también. Nos daba igual.

Pero llega un momento a esa edad que te empiezas a cansar de apedrear a tus amigos (sobretodo cuando el apedreado eres tu) y te empiezas a iniciar en conversaciones más “de mayores”. Y ahí empieza el problema, porque como ya veremos más adelante, el ser humano es un animal de extremos, nos olvidamos completamente de lo que fuimos y queríamos ser y pasamos a convertirnos en personas totalmente opuestas.

Recuerdo que cuando era pequeño solía ver las cosas con más ilusión e intensidad. Sin ir más lejos el montar en el metro ya era toda una aventura. Una tía mía venía unas cuantas veces al año por Madrid y me llevaba de excursión al centro en metro. Aquellos metros rojos de vagones pequeños de asientos de madera y con el ruido característico del silbato y las puertas las cerraba una persona que estaba en un pequeño habitáculo en el vagón de cabecera, que no era el conductor, Piiiiiiii Psssssss. Que recuerdos. Siempre asociaré a mi tía Mary cuando me monte en el metro.

Pero lo que antes era una explosión de emociones y sensaciones, con el tiempo, lo “naturalizamos”, es decir, lo olvidamos y damos prioridades a cosas más banales, más superficiales.

Otro ejemplo claro de todo esto es el deporte, antes lo hacíamos prácticamente a diario, fútbol, baloncesto, ciclismo, lo que fuera. Y nos lo pasábamos pipa. Ahora los que todavía seguimos haciéndolo tenemos otras razones, ya no es tan divertido porque la mayoría de las veces lo hacemos para que la barriga incipiente no se apodere de nosotros. Los amigos con los que jugábamos al fútbol ya sólo lo ven por la tele, si es con una cerveza en la mano, mejor. Murphy decía que si algo es propenso a empeorar, lo hará. Y tenía razón.

Pero bueno, no todo va a ser tan malo. Ahora tenemos nuestra libertad, nuestro dinerito, nuestras noches locas, nuestros caprichos, nuestros vicios, nuestras efímeras vacaciones, nuestros amores y desamores, aunque coartados por las horas interminables en el trabajo, por la hipoteca, los niños, los desesperantes atascos, los problemas imprevistos y en definitiva todo aquello por lo que merece la pena echar la primitiva todas las semanas.

Así es la vida, un cúmulo de situaciones contrarias, en la que unas no serían nada son las otras. ¿Así es la vida? ¿Te lo has creído? ¿Quién te ha engañado? La vida no es así, me niego a creerlo. No quiero llegar al final de mi corta vida y pensar que he pasado por ella sin más. De acuerdo que es difícil salir del guión impuesto por el resto del rebaño, pero sería lamentable si no lo intentaras. Hay que vivir cada día como si fuera el último, porque es muy probable que mañana seas tú el que provoque el atasco por accidente de todas las mañanas. Siempre con un poco de cabeza, aunque no demasiada, porque como veremos más adelante, el ser humano tampoco está hecho para pensar demasiado.

A estas alturas supongo que muchos os estaréis identificando con todo esto. No os preocupéis, eso significa que todavía hay esperanza.
Los que no os identifiquéis, salid inmediatamente de este blog. Pero ya.

domingo, 9 de enero de 2011

Prólogo


Esto no es un blog para sacarte la pasta, ni para que aprendas algo y ni siquiera te sentirás bien al leerlo. Simplemente son los pensamientos de un españolito de a pie puestos letra tras letra en un papel.  

Puede que pienses que no te interesa, que ya tienes bastante con tus propios problemas como para escuchar los pensamientos de un individuo insignificante que ni siquiera sale por la televisión contando sus miserias. Puede que eso sea cierto pero ¿Quién eres tú? ¿Te has creído acaso mejor que yo? ¿Te sueles creer mejor que la mayoría de la gente? Si es ese el caso sal de este blog inmediatamente, ya no hay nada que hacer contigo.
Si por el contrario eres de los que te crees inferior al resto de la gente, tengo que decirte 2 cosas: 1. este blog te va a gustar y 2. Te debería dar vergüenza ser tan mentalmente débil.

Por lo demás creo que nada más. Llevo años pensando en escribir algo sobre lo absurdos que somos (me incluyo, por supuesto) y no nos damos cuenta. Vamos como borregos por el mundo pensado que lo que hacemos día tras día es importante. No nos damos cuenta de lo que realmente es la esencia de nuestras efímeras vidas. Sólo cuando nos ocurre algo (generalmente malo) es cuando vemos la punta del iceberg de esa esencia que tardamos en olvidar a la misma velocidad que nos viene a la cabeza.
En fin, espero que al leer esto te cambie un poco la perspectiva de esa vida tan monótona y aburrida que llevas.